26/7/08

El compromiso en el amor.

“El hombre es un ser de encuentros, se constituye, desarrolla y perfecciona creando encuentros”.

La persona humana, es una unidad espíritu corpórea, cada acción que realiza o deja de hacer va dejando huellas en su vida y lo va moldeando conforme a su toma de decisiones. La nota característica de la apertura que cada uno de nosotros tenemos, nos permite ser capaces de superar nuestras limitaciones, sobreponernos y entregarnos a las exigencias del amor comprometido.

En el plano personal, tanto el varón como la mujer son igualmente personas dignas, las cuales poseen el don de la intimidad llamado amor. Este tiene manifestaciones infinitas que van desde miradas, pláticas, caricias hasta la formación de realidades que ayuden al hombre a ser feliz.

El ser humano está destinado a amar, y sólo a través del amor puede realizarse plenamente y transformar el mundo. Una clara acción de este sentimiento íntimo es el acto sexual, gracias al cual una persona se entrega dando todo su ser y es complementada por la otra quien se da de la misma forma. Se crea una apertura solidaria hacia el tú y a través de esa sociabilidad se realiza plenamente el yo.

Pero este acto no sería del todo pleno, si este no se diera como razón de ser del matrimonio, como un compromiso exclusivo, una entrega esencial, permanente y estable. Porque cuando el ser humano busca libremente compartir su proyecto de vida con otro ser, cuando logra salir de sí mismo, autodonarse y abrirse hacia lo que le rodea; por medio de un acto de su voluntad libre, entonces sí se puede decir que está listo para crear una alianza y complementarse con su pareja formando las bases de lo que será su vida futura.

Ya que el amor es un movimiento unitivo que surge de la intimidad misma del ser personal y pone en acción las potencias del hombre, es un acto de la voluntad y por lo tanto puede elevarse a un plano más alto, se vuelve un querer en donde los dos ganan.

Tristemente en la actualidad el concepto de matrimonio y de amor se ve totalmente desfasado de su significado real, la ideología posmodernista que nos envuelve día con día, ha manipulado estos términos y los ha relacionado con sucesos del hombre completamente banales y pasajeros, que tienen que ver más que con el perfeccionamiento de la persona, con los propios intereses de la sociedad.

Existe una pérdida total del sentido de la naturaleza personal, los objetivos o metas que movían a hombre y le permitían salir adelante se ven cada vez más como simples ilusiones. Estas son unas de las cuantas razones por las que nos enfrentamos a tantos divorcios o uniones de “amor libre.” Sin embargo: “liberarse no es romper los límites, sino no tener ningún límite y como el matrimonio implica fórmulas dogmáticas, entonces es visto como una cadena de la tradición infantil”.

Por otro lado, muchas parejas creen tener una esperanza, el problema es que no cuentan con los fundamentos para sustentarla y por lo tanto desde un principio ponen parámetros y límites de entrega. Se vuelven egoístas desde el momento de dar, solo buscan la satisfacción de sí mismos sin tomar en cuenta los intereses y necesidades del otro.

Son incapaces de comprometerse, la soledad los llena de miedos. Como seres humanos es común que busquemos garantías, que queramos asegurarnos de las cosas y por lo tanto todo lo nuevo y diferente nos produce temores. Sin embargo, es importante tomar en cuenta que: “Quien no se siente tan dueño de sí como para decidir darse por que le da la gana, en el fondo no es del todo libre, está encadenado a lo pasajero, trivial y presente.”

Tomando en cuenta la problemática que estamos viviendo actualmente y relacionándola con el contexto que nos envuelve, es necesario que si queremos alcanzar la verdad nos replanteemos el hecho de que el pacto y el matrimonio son realidades, no simples ceremonias, que constituyen respuestas a la vida del hombre.

En el matrimonio no bastan los buenos deseos, las promesas, no solo las palabras conquistan, sino que son necesarios los actos concretos, la donación día a día, la entrega de pequeños sacrificios que permitan a la pareja crecer, sobreponerse a los problemas (los cuales siempre van a existir en menor o mayor medida.)

El amor se podría representar por medio de una metáfora de una pareja de patinadores, se dice que son dos personas que a pesar de estar en una superficie resbalosa son capaces de sacar adelante la técnica con armonía, sincronía, precisión e inclusive esperanza y confianza en el otro. Ya que si no existe un entendimiento profundo o una de las partes no coopera; a la otra le es casi imposible salir adelante. Esto nos muestra con claridad como los matrimonios muchas veces se encuentran en una superficie resbalosa en donde los problemas que en un principio parecían ser pequeños detalles, con el tiempo si no se comunican y se logran solucionar, se convierten en distanciamientos totales entre la pareja.

El tomar conciencia de que lo que yo haga o deje de hacer por el otro nadie lo va a hacer por mí, es la base que nos sirve para comprometernos con nosotros mismos, ya que nadie da lo que no tiene. Somos los pintores de una de las obras de arte más importantes: nuestra propia vida.

Escrito por Ximena de Ovando Montaño

Bibliografía

López Quintas, Alfonso. La cultura y el sentido de la vida: el vacío existencial y el modo óptimo de superarlo, editorial RIALP Madrid 2003 p. 83-103.

Viladrich, Juan Pedro. El Compromiso en el Amor, editorial Loma, México 1990 p. 15-207.

Yepes, Ricardo. La persona y su intimidad editorial EUNSA Pamplona 1997 p.8-86.

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